El Paseo del Arte es un triángulo formado por el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Se encuentra en la céntrica zona del paseo del Prado de Madrid, un agradable espacio ajardinado que invita a pasear y a descubrir una concentración de obras de arte sin igual. Completan este conjunto de pinacotecas el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Casa América, el Edificio Cariátides, el Museo Naval, el Museo Nacional de Antropología, el CaixaForum y el Círculo de Bellas Artes.
A continuación te llevamos a hacer un recorrido por el Paseo del Arte, para mostrarte 10 obras de arte que no puedes perderte cuando visites los museos de este mágico triángulo.
1. Las meninas, Velázquez (Museo del Prado)
También conocido como La familia de Felipe IV, este óleo sobre lienzo obra de Diego Velázquez es uno de los cuadros que ha tenido mayor repercusión en la historia del arte español, ya que su complejidad nos brinda un entramado de significados ocultos. Fue pintado en 1656 en el Alcázar de Madrid y en él aparece como protagonista la infanta Margarita, junto a las denominadas meninas de la reina, dos enanos y el mismísimo Velázquez a un lado.
2. La maja desnuda, Goya (Museo del Prado)
Francisco de Goya y Lucientes pintó este famoso óleo sobre lienzo entre 1795 y 1800. La maja desnuda está hecha siguiendo las representaciones de Venus y tiene como contraparte la La maja vestida, del mismo artista, en las que se retrata a una mujer recostada en una cama. ¿Quién sería la bella dama? Algunas teorías afirman que se trata de la duquesa de Alba, mientras que otras sostienen que es Pepita Tudó, esposa de Manuel Godoy, quien encargó la obra.
3. El jardín de las delicias, El Bosco (Museo del Prado)
Seguro que lo recuerdas de las clases de historia del arte: este original tríptico realizado en óleo sobre tabla es la obra más conocida del pintor holandés El Bosco. Aunque representa el tercer día de la Creación, la obra esconde un montón de enigmas entre todos los personajes, animales y plantas que aparecen en ella. El paraíso, el infierno y las “delicias” de que puede disfrutar el hombre configuran sus temática.
4. Las tres Gracias, Rubens (Museo del Prado)
También en el Museo del Prado se encuentra Las tres Gracias, pintado por Rubens entre 1630 y 1635. El cuadro, un óleo sobre tabla de grandes dimensiones, nos hace viajar hasta la época clásica para reencontrarnos con tres figuras mitológicas. Aglae, Eufrosina y Talía, hijas de Júpiter y Eurymone, son las protagonistas de esta obra, a través de las que el pintor flamenco representó con calidez y sutileza el exuberante modelo de belleza de la antigüedad.
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5. Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar, Dalí (Museo Thyssen)
Salvador Dalí bautizó con un largo título este cuadro de estilo surrealista que muestra a su mujer y musa, Gala, levitando dormida. Aparecen bajo suyo dos gotas de agua, una granada y una abeja. Arriba, se pueden ver dos tigres y una bayoneta, que despertará a Gala. Siguiendo las teorías de Freud, las imágenes de este cuadro expresan significados sobre la interpretación de los sueños.
6. Santa Catalina de Alejandría, Caravaggio (Museo Thyssen)
El maestro del claroscuro nos dejó entre su elenco de obras este óleo sobre lienzo finalizado en 1599 en el que se representa a la figura de santa Catalina, encarnada por la cortesana italiana Fillide Melandroni. Con un tratamiento de la luz magnífico, sello inconfundible de Caravaggio, en el cuadro se pueden apreciar los distintos atributos del martirio de la santa: la rueda con cuchillos, la palma y la espada.
7. Mujer en el baño, Lichtenstein (Museo Thyssen)
En 1963, Roy Lichtenstein compuso Mujer en el baño con colores primarios aplicados en puntos Benday. En el cuadro se muestra a una mujer en el agua a modo de “baño de Venus” pero con el filtro expresionista abstracto característico del artista. De hecho, Lichtenstein fue uno de los embajadores del movimiento pop art, un movimiento caracterizado por el uso de imágenes de cultura popular.
8. Bailarina basculando, Degas (Museo Thyssen)
La fugacidad y la fragmentación son representados de forma magistral por Edgar Degas en Bailarina basculando. Los trazos rápidos propios de la técnica del pastel evocan esa sensación de transitoriedad del conjunto de bailarinas, vistas desde un palco, que figuran en el cuadro. De hecho, el mundo de la danza tenía fascinado al pintor impresionista, un tema que trató también en otras de sus obras más importantes.
9. Guernica, Picasso (Museo Reina Sofía)
¿Qué decir del Guernica? La joya de la corona del Museo Reina Sofía, una de las obras pictóricas más estudiadas de la historia, la representación de la barbarie por excelencia, la creación más aplaudida del maestro Picasso… Un imprescindible. Solo por él merece la pena acudir al Paseo del Arte.
10. Pintura (caracol, mujer, flor, estrella), Miró (Museo Reina Sofía)
Joan Miró plasmó en 1934 su angustia por la situación política en España en este cuadro, que forma parte de sus “pinturas salvajes”, alejándose de las obras alegres de su etapa anterior. La intensidad de los colores produce dramatismo y las deformaciones expresan el carácter surrealista de la obra.