Echemos un vistazo a algunos de los cuadros más escalofriantes del mundo.
Lo que me gusta del arte es que no tengo que ser una experta para disfrutarlo: solo tengo que saber cómo me hace sentir. El arte puede conmover, inspirar, animar, desestabilizar y hasta, sí, asustar. De hecho, algunos de los cuadros más espeluznantes que existen pueden dar miedo a un nivel más profundo que el macabro pavor plasmado en la superficie. A continuación os damos a conocer 10 de los cuadros más escalofriantes del mundo.
1. El retrato de Dorian Gray de Ivan Albright, 1943
Siendo la historia de un hombre que vende su alma para mantener su juventud y belleza, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde (¡uno de mis libros favoritos!) trata los temas de lo moral y lo macabro, para servir como especie de ejemplo admonitorio. Gray adopta un estilo de vida libertino y aunque ni la edad ni el tiempo nunca alteran su apariencia física, su retrato envejece y se pudre para reflejar lo feo y corrupto que crece dentro de él. El cuadro El retrato de Dorian Gray del macabro artista Ivan Albright apareció en la adaptación cinematográfica de 1945.
Dónde: Instituto de Arte de Chicago
2. El grito de Edvard Munch, 1893
Solo pasar la vista por este cuadro me habría revuelto el estómago cuando era adolescente. La figura representada sirvió de inspiración para la máscara del asesino (¿o asesinos?) en serie en las películas de terror Scream de los 90. No obstante, El grito de Munch provoca un nivel más profundo de incomodidad en la adulta sofisticada que soy ahora. La figura está en un muelle, con la boca abierta y las manos a ambos lados la cara, una perfecta personificación del sentimiento de intentar afrontar la angustia y la ansiedad inherentes a la etapa adulta y a la vida en general. Sin duda no es un buen sitio en el que estar a nivel emocional.
Dónde: Museo Munch de Oslo
3. Los embajadores de Hans Holbein el Joven, 1533
Me acuerdo bastante bien de la primera vez que contemplé este cuadro como parte de una visita a un museo para una clase de historia del arte. A primera vista, parece una representación extraordinaria de una escena ordinaria: dos embajadores. Espera, ¿qué es el objeto borroso de abajo? Pues bien, el cuadro debe observarse desde la derecha para ver cómo las imágenes anamórficas se transforman en una calavera, un memento mori que sirve para recordarnos nuestra mortalidad. (Ver el vídeo después del cuadro.) La primera vez que vi la calavera se me puso la piel de gallina. El cuadro, de hecho, está lleno de un simbolismo intrigante. No entraré en todos los detalles pero ¿os habéis fijado en la cuerda rota del laúd? ¿Y en Jesús en la parte superior izquierda? Recuerdo que se me erizaba la piel cuando el profesor explicaba los detalles.
Dónde: Galería Nacional de Londres
4. Cráneo fumando un cigarrillo de Van Gogh, 1885 – 1886
Como uno de los primeros trabajos de Van Gogh, en un principio el cuadro debía ser humorístico. Sin embargo, trata un tema más relevante y completamente diferente, de hecho podría formar parte de una campaña antitabaco. El presagio ya es de por sí bastante aterrador.
Dónde: Museo Van Gogh, Ámsterdam
5. La cara de la guerra de Salvador Dalí, 1940
Siguiendo el tema de las calaveras, la interpretación de la guerra que hizo el maestro del surrealismo es una imagen que puede afectar seriamente. Por desgracia, la guerra es tan antigua como la humanidad, así que aunque las tácticas de guerra cambien, la devastación que conlleva es atemporal. Dalí lo captura de una forma bastante espeluznante en este cuadro.
Dónde: Museo Boijmans Van Beuningen, Rotterdam
6. Saturno devorando a su hijo de Goya, 1819-1823
Érase una vez una profecía que predijo que el titán Saturno (el Cronos de los griegos) sería destronado por uno de sus hijos. Para prevenir la catástrofe, Saturno intentó cometer un filicidio mediante el canibalismo. No obstante, sus hijos inmortales crecieron dentro de él y finalmente los vomitó. Y sí, acabaron por destronarlo gracias a su hermano Zeus. ¿Un hombre comiéndose a un niño? Espantoso a muchos niveles.
Dónde: Museo del Prado, Madrid
7. Medusa de Caravaggio, 1597
Una mujer que puede convertir a alguien en piedra con la mirada: suena a mito popular. De hecho, la Medusa no era humana sino una gorgona, una criatura mitológica con serpientes como pelo que, si la mirabas directamente a los ojos, podía convertirte en piedra ahí mismo. Perseo consiguió escaparse de sus poderes haciéndole ver su propio reflejo en una espada, y luego la decapitó y entregó su cabeza a Polidectes, no sin antes salvar a Andrómeda de un monstruo marino. Caravaggio lo captura con su estilo inconfundible que puede apreciarse en algunos de sus cuadros más conocidos.
Dónde: Galería Uffizi, Florencia
8. Infierno de Hans Memling, 1485
Os cuento: soy una excolegiala católica convertida en católica no practicante. Entre los aprendizajes sobre la Iglesia integrados en mi cerebro está una vocecita que me dice que como ya no practico, estoy cometiendo un pecado mortal y, por lo tanto, me espera el infierno. No hace falta decir que observo este cuadro y me horroriza. Y estoy segura de que también tiene el mismo efecto en otros exestudiantes católicos.
Dónde: Museo de Bellas Artes, Estrasburgo
9. Cabezas de víctimas de torturas de Théodore Géricault, 1814
Este cuadro me da mucha grima, ya que me recuerda el episodio de Mentes criminales en el que un asesino en serie decide castigar a los que considera inmorales.
Dónde: Museo de Bellas Artes, Rouen
10. El juicio de Cambises de Gerard David, 1498-1499
El cuadro es tan lúgubre que me estremece, tengo que cerrar los ojos porque no puedo ni mirarlo. Muestra el desollado del corrupto juez persa Sisamnes, que fue sentenciado a muerte por orden del emperador titular. Este es uno de los cuadros de los que he observado que dan más miedo. Parece la escena de una película sangrienta. Ni Juego de tronos ha llegado aquí… todavía.
Dónde: Museo Groeninge, Brujas