De Los girasoles a Los comedores de patatas, pasando por El dormitorio de Arlés, descubre las obras más emblemáticas del Museo Van Gogh.
Tanto si te apasiona el arte como si no, el Museo Van Gogh es una de las actividades en Ámsterdam que no puedes perderte. El museo alberga la mayor colección de obras de arte de Van Gogh del mundo y ofrece a los visitantes un recorrido por su trayectoria artística. Durante su corta vida, Vincent pintó más de 800 cuadros, 1000 dibujos y numerosas litografías y bocetos. También escribió muchas cartas a su hermano Theo, por eso sabemos tanto sobre su turbulenta existencia. En el Museo Van Gogh hay nada más y nada menos que 200 cuadros, 500 dibujos y cientos de cartas. También encontrarás obras de artistas contemporáneos como Paul Gauguin y Claude Monet.
¿No tienes mucho tiempo o simplemente no sabes por dónde empezar tu visita? A continuación, te contamos qué obras de arte no debes perderte en el Museo Van Gogh.
1. Los girasoles, 1889
Este cuadro forma parte de una serie de cinco obras. En tres versiones aparece un jarrón con quince girasoles, mientras que en otros dos cuadros el jarrón tiene doce flores. Van Gogh comenzó esta serie a finales del verano de 1888 y, en principio, los cuadros iban a ser para decorar la habitación de Paul Gauguin en Arlés. La obra del museo Van Gogh muestra un jarrón con quince girasoles sobre un fondo amarillo. Con estos cuadros, Vincent demostró que era posible crear una escena entera con diferentes tonos de un mismo color. También llama la atención su capacidad para plasmar las diferentes etapas de los girasoles, algunos de ellos en plena floración, mientras que otros ya comienzan a marchitarse.
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2. Los comedores de patatas, 1885
Aunque inicialmente fue muy criticado, hoy en día, Los comedores de patatas es uno de los cuadros más famosos de Van Gogh. Lo pintó en 1885, cuando aún vivía en Nuenen. Para Vincent este cuadro era una especie de obra maestra con la que quería demostrar que era un excelente pintor de figuras. El cuadro representa la dura vida del campo: las manos huesudas y las caras oscuras (y en cierto modo caricaturescas) de los comensales resaltan el duro trabajo que realizan los campesinos. Esta obra es bastante más oscura que la mayoría de los cuadros de Van Gogh.
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3. El dormitorio de Arlés, 1888
El dormitorio de Arlés es una de sus obras más emblemáticas. El cuadro muestra su habitación en la casa amarilla de Arlés, donde vivió durante un año. La primera versión que pintó se deterioró, pero como al hermano de Vincent, Theo, le gustó tanto la obra, le animó a pintarla de nuevo. En total, realizó tres versiones. Una de ellas está en el Instituto de Arte de Chicago y otra en el Museo de Orsay de París. La versión del Museo Van Gogh fue restaurada en 2010, revelando los colores que Vincent había descrito en sus cartas a Theo.
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4. La casa amarilla, 1888
El artista también pintó La casa amarilla o La Maison jaune durante su estancia en Arlés. El cuadro muestra la casa en la que Van Gogh alquiló varias habitaciones en septiembre de 1888. El cuarto con las contraventanas abiertas del primer piso era la habitación de invitados, que Paul Gauguin ocupó durante un tiempo. El cuadro colgado en el Museo Van Gogh es un óleo sobre lienzo; pero Vincent hizo otras dos versiones: un dibujo a pluma que envió a su hermano Theo y una acuarela. Lamentablemente, una bomba en el verano de 1944 destruyó la casa por completo.
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5. Autorretrato como artista, 1888
Aunque Vincent no era una persona vanidosa, pintó muchos autorretratos a lo largo de su trayectoria para practicar su técnica y el uso del color. Este cuadro fue la última obra que realizó en París. Sus arrugas y su barba descuidada son un reflejo de su estado de ánimo, ya que, tal y como le había escrito a su hermano, estaba física y mentalmente muy cansado. La paleta que sostiene en el cuadro tiene exactamente los mismos colores que utilizó en esta obra.
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6. El sembrador, 1888
Este óleo sobre lienzo no es el único cuadro en el que Vincent retrata a un sembrador. A lo largo de su vida pinto más de treinta obras con la misma temática. El sembrador del Museo Van Gogh mide 32,5 cm x 40,3 cm y muestra un sembrador en primer plano. En esta obra antepuso las emociones al realismo, de ahí el enorme sol que aparece al fondo y la elección de colores. El Museo Kröller-Müller alberga otra versión de este cuadro.
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7. Trigal bajo nubes de tormenta, 1890
Van Gogh pintó Trigal bajo nubes de tormenta durante su estancia en el monasterio de Saint-Paul-de-Mausole. En este período, su salud no era buena, y esto se refleja en sus obras. Durante su estancia en la institución pintó los conocidos lirios, olivos, cipreses y campos de trigo. Este cuadro horizontal, que realizó en las últimas semanas de su vida, mide 50 cm x 100 cm, y uno de los rasgos más llamativos es el cielo sorprendentemente oscuro. Por las cartas que escribió a su hermano, sabemos que Van Gogh intentó representar la soledad y la tristeza que sentía en aquel momento.
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8. Las cartas de Van Gogh
Se calcula que Vincent escribió unas 2000 cartas durante sus 37 años de vida, aunque no todas han llegado a nuestros días. De hecho, se conservan unas 800 y la mayoría eran para su hermano Theo. En ellas, Van Gogh no solo le contaba cómo le iba o qué hacía, sino que a menudo incluía dibujos, desde bocetos rápidos hasta dibujos llenos de detalle. Las cartas expuestas en el museo ofrecen una visión única de su forma de pensar y sentir.
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9. Campos de tulipanes cerca de La Haya, Monet, 1886
En el Museo Van Gogh no solo hay obras de arte del propio Vincent, sino que también hay cuadros de otros artistas reconocidos. Claude Monet viajó a los Países Bajos en varias ocasiones. Su última visita fue por invitación de la embajada francesa en La Haya. Durante su estancia en esta ciudad, visitó los campos de tulipanes de la zona y creó esta obra impresionista en la que capturó toda la belleza de un hermoso día de primavera en la campiña de Holanda Meridional.
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10. Retrato de Vincent van Gogh, Toulouse-Lautrec, 1887
Vincent entabló amistad con Henri de Toulouse-Lautrec en París en 1886. Tenían la misma relación de amor-odio con la vida, pero mientras Van Gogh era más melancólico, a Toulouse-Lautrec le gustaba poner las cosas en perspectiva con un toque de ironía. En este extraordinario retrato vemos a Vincent sentado en la mesa de un café-bistró parisino con un vaso de absenta delante. Vincent siempre terminaba sus días en París en este tipo de locales, así que esta imagen no es una coincidencia. El estilo de la obra recuerda mucho al del propio Van Gogh.
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