Si visitas Burdeos, asegúrate de descubrir los bellos alrededores de la región: extensos viñedos que alcanzan el horizonte, el agitado océano, elegantes châteaux y pueblos medievales encantadores. Te traemos las mejores excursiones desde Burdeos.
Rodeando la ciudad de Burdeos, encontrarás una región donde las maravillas naturales y las creadas por el hombre se funden en perfecta armonía, revelándose en un paisaje en el que los colores, los olores y los sabores se unen para crear una tierra repleta de placeres. Desde vinos excepcionales a bonitos paisajes y tranquilas playas del Atlántico, ¡la región bordelesa está esperando ser descubierta!
1. Saint-Émilion
Situado a menos de una hora de Burdeos, Saint-Émilion ofrece todo lo que podrías esperar y más de un pueblo medieval francés típico. Encaramado en lo alto de una colina de piedra caliza con vistas a viñedos que se pierden en el horizonte, Saint-Émilion fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, no solo porque representa perfectamente la rica historia de la región, sino también porque el excepcional paisaje está dedicado por completo a la cultura vinícola. Saint-Émilion es antes que nada una tierra de vino, con viñedos que gozan de una reputación inigualable. La diversidad geológica de los terrenos (calcáreos, argilo-calcáreos, arena y grava) combinada con el clima marítimo templado aportan al vino su singularidad.
Lánzate a descubrir los vinos de Saint-Émilion a través de visitas a bodegas y catas, y aprende a identificar las características distintivas de este AOC (Denominación de Origen Controlada). Las verdes y fértiles colinas de las afueras del municipio son totalmente cautivadoras. Recorre los viñedos en bicicleta en busca de fincas, castillos y un poco más de vino que catar.
El pueblo mismo merece una visita. Pasea por las calles adoquinadas y encuentra miradores con vistas maravillosas al asombroso paisaje. Ubicado en la ruta de peregrinaje hacia Santiago de Compostela, Saint-Émilion y los pueblos de su alrededor acogen un buen número de iglesias, monasterios y hermosos monumentos históricos. Explora la localidad medieval y descubre la grandeza de su arquitectura y de sus monumentos, marcados por la omnipresente piedra caliza que caracteriza tanto el pueblo como el vino local.
Pueblo de Saint-Émilion
2. La Ruta de los Castillos (la Route des Châteaux)
Una vez Saint-Émilion te haya despertado la curiosidad (y que el vino local haya sorprendido tus papilas gustativas), seguramente tendrás ganas de más. Desde el norte de Burdeos a Pointe de la Grave, explora la Route des Châteaux (la Ruta de los Castillos). Conduce por la famosa carretera Départementale 2 y atraviesa Le Médoc (una península localizada entre el océano Atlántico y el estuario de la Gironda, en la que se producen vinos de alto prestigio): esta es sin duda una de las carreteras más bonitas de Francia. Disfruta del espectáculo de viñedos infinitos, pinares, largas playas de arena, grandes lagos y parajes naturales prístinos que desfilan por el retrovisor.
Una excursión de un día te acercará al vocabulario y a las diferentes fases de una verdadera cata de vinos. Visita los castillos más prestigiosos de la zona y aprende sobre quesos y embutidos franceses gourmet. Continúa tu ruta enológica y explora el resto de fincas abiertas de los alrededores. Algunas, como el Château du Taillan y sus bodegas, han sido clasificadas como Monumentos Históricos de Francia, reflejando una contribución al legado nacional. Para organizar el mejor itinerario posible, visita el primer piso de La Cité du Vin de Burdeos, donde te puedes pasar por la Oficina de Información de Tours a los Viñedos para pedir información sobre el turismo enológico, así como sobre las diferentes denominaciones y mapas.
La Route des Châteaux te llevará a Margaux, cuna del prestigioso vino del mismo nombre, un Grand Cru Classé que sorbía Thomas Jefferson, que debe su reputación a un linaje de vintages sin igual. El alma del viñedo, el castillo de ensueño de estilo paladiano de la finca, fue declarado monumento histórico en 1946.
Château Margaux
3. Arcachon y Cap Ferret
La cuenca de Arcachon se extiende a lo largo de la Costa de Plata, a las afueras del Bosque de las Landas, conocido por sus largas playas de arena bañadas en la frescura de los pinos, el apacible sonido de las olas rompiéndose a tus pies, y la Dune du Pilat (la duna más alta de Europa). Situada entre el océano y el bosque, la Dune du Pilat es la única fuera de las dunas costeras de la región que se mueve tierra adentro. El crecimiento de este monumento natural enorme te brindará una magnífica vista de la cuenca y, con un poco de suerte, de la reserva natural Banc d’Arguin. Pasea por la orilla, sube a la duna (puedes subir por las escaleras si no tienes ganas de aventura), báñate y disfruta de los muchos deportes acuáticos y actividades náuticas que se ofrecen. Arcachon es un paraíso para los parapentistas, aunque también puedes hacer vela, surf, kite surf, esquí acuático, paddle surf y muchos otros deportes acuáticos. Aprovecha también para descubrir la encantadora isla de los Pájaros (Île aux Oiseaux). Rodeada de criaderos de ostras y conocida por sus cabañas “sobre pilotes”, este islote puro y prístino depende completamente de las mareas diarias.
Al atardecer sal a dar un paseo por el pueblo de invierno de las montañas que rodean Arcachon, donde puedes admirar las villas majestuosas de la ciudad. Comisionadas por familias acomodadas, uno se pregunta si las casas alineadas a la orilla de la cuenca han sido diseñadas como parte de un concurso entre los ávidos de poder. Desde neoclásicas a góticas a típicos chalets suizos, estas villas de estilo colonial incorporan elementos arquitectónicos de diferentes estilos y eras. Aunque ninguna es igual, todas están pintadas de bonitos colores y son típicas de este emblemático lugar.
Después de un día lleno de actividades, seguramente querrás relajarte en el océano, comer marisco y beber algo refrescante… ¿en forma de vino local, quizás? Pasa por uno de los muchos puestos de ostras que hay en la cuenca a tomar un delicioso tentempié y disfrútalas con los pies en la arena o hasta en el agua.
Brillando como una joya suspendida en el tiempo, el cabo Cap Ferret es otro destino vacacional perfecto con playas hermosas y un paisaje magnífico. Admira el faro y pasea por el entramado de callejuelas en el pueblo pesquero de L’Herbe, caracterizado por casitas de colores aun habitadas por ostricultores. El Cap Ferret acoge ni más ni menos que nueve pueblos dedicados a la recolección de ostras, ¡por lo que no puedes perderte la oportunidad de probar las ostras, las gambas y los caracoles de mar recién pescados!
Sobrevolando la Dune du Pilat