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6 de las mejores cafeterías de Viena

6 de las mejores cafeterías de Viena

Visitar (como mínimo) una cafetería vienesa es imprescindible cuando te encuentres en la capital austriaca. Damos un vistazo a seis de las mejores.

Cuando uno piensa en Viena, no sorprende que una de las primeras cosas que vengan a la mente sean las cafeterías. Y con razón, ya que estas instituciones épicas han tenido un papel fundamental en la configuración de la cultura social de la ciudad desde el siglo XVII, y para demostrarlo se han hecho un lugar en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. Si sus paredes pudieran hablar, podrían contar mil historias sobre las conversaciones de las lumbreras, los políticos y otros personajes que han pasado tiempo en el interior de estas “salas vivientes”. Durante siglos, ¡la cultura no ha cambiado!

Las cafeterías modernas han ido apareciendo en escena y son encantadoras, pero las antiguas y opulentas son más interesantes para un alma vieja como yo. Entrar en una es como retroceder en el tiempo, todas tus preocupaciones desaparecen y te invade la calma. Sin ningún orden en particular, a continuación presentamos seis de las mejores cafeterías de Viena a las que deberías acudir cuando estés en la ciudad. No dudes en sentarte en cualquier mesa que no tenga el cartel de Reserviert.

1. Cafe Sperl

El Cafe Sperl abrió en 1880, pero no adoptó este nombre hasta que cambió de propietarios al año siguiente. El espectacular interior ofrece la decoración original completada con un techo manchado de humo que nunca se ha limpiado de verdad. Disfruta de unos huevos revueltos con semillas de calabaza, aceite de semillas de calabaza y queso (un plato de desayuno tradicional disponible todo el día), y tómate tu dosis de café. Escoge un melange, la versión vienesa del capuchino, y no te pierdas el apple strudel, ¡está para morirse! (Gumpendorfer Str. 11; de lunes a viernes de las 7 de la mañana a las 10 de la noche; domingos de las 11 de la mañana a las 8 de la tarde; página web)

2. Café Landtmann

Desde 1873, el Landtmann ha albergado a vieneses y a visitantes, incluyendo al legendario psicoanalista Sigmund Freud, al compositor Gustav Mahler y al escritor Felix Salten entre sus clientes. Es un poco turístico, sí, pero vale la pena ir para vivir la experiencia de estar en un café típico, y también cabe destacar que uno de los paladares más finos que conozco me recomendó su schnitzel Viennese, y estuvo delicioso. Mata dos pájaros de un tiro tachando “comer schnitzel” de tu lista de cosas que hacer en Viena en uno de los cafés más tradicionales. Asegúrate de dejarte un hueco para los postres, ya que las delicias del mostrador de postres que verás de camino al comedor son bastante tentadoras. (Universitätsring 4; abierto todos los días de las 7.30 de la mañana a las 12.30 de la noche; página web)

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Cafe Landtmann #Vienna #Wien #Austria

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3. Sacher Café

En Viena debes comer sachertorte, y no hay mejor lugar donde degustar el pastel de chocolate con mermelada de albaricoque que en la cafetería que lleva su nombre. Situada en la planta baja de un hotel de cinco estrellas histórico, desde 1832 la cafetería ha sido frecuentada por clientes ansiosos por probar su original tarta sacher. Aunque se encuentran variantes de la sachertorte por todos los cafés de la ciudad, la receta del Café Sacher es secreta y solo se puede saborear la versión original aquí. (Philharmoniker Str. 4; abierto todos los días de las 8 de la mañana a las 12 de la noche, página web)

4. Café Tirolerhof

Equipado con banquetas de terciopelo, el interior de estilo art deco del Café Tirolerhof es más minimalista que sus opulentos competidores y el espacio no es tan grande, pero su atmósfera de cafetería típica sigue siendo igual de encantadora. Tomé un Franziskaner, que es como la mencionada melange pero con nata montada en lugar de espuma, y probé los Palatschinken, creps esponjosos austriacos rellenos de mermelada de albaricoque con azúcar en polvo por encima que estaban para chuparse los dedos. (Führichgasse 8; de lunes a sábado de las 7 de la mañana a las 10 de la noche; domingos de las 9.30 de la mañana a las 8 de la tarde)

5. Café Schwarzenberg

El Café Schwarzenberg fue la primera cafetería que se construyó en la carretera de circunvalación que rodea el centro histórico de Viena, y en la actualidad sigue siendo uno de los lugares favoritos de los lugareños. Aunque no acomodó a tantas lumbreras, que frecuentaban las otras cafeterías, el Café Schwarzenberg ha pisado fuerte desde que abrió en 1861, y hasta sobrevivió siendo una oficina para los soviets durante la ocupación aliada posterior a la Segunda Guerra Mundial. La carta ofrece todas las bebidas típicas de una cafetería austriaca, pasteles y platos: yo opté por una Maria Theresia, en honor a la emperatriz a quien le encantaba el licor hecho con las naranjas que se cultivaban en el Palacio de Schönbrunn y que se añade a la bebida de café, a la que también se pone nata por encima. Delicioso. (Kärntner Ring 17; de lunes a viernes de las 7.30 de la mañana a las 12 de la noche; sábados y domingos de las 8.30 de la mañana a las 12 de la noche; página web)

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6. Café Central

Bueno, aquí no fui. Había una cola larguísima fuera y no me gusta hacer colas si puedo evitarlo, pero sé que no sería justo omitir esta cafetería clásica, así que debía mencionarla. Freud, Trotsky y hasta el mismísimo Führer frecuentaron el Café Central, que abrió en 1876. El techo arqueado y los elegantes candelabros aportan a la cafetería un aura majestuosa. Aquí siempre hay cola, lo que significa que siempre hay un apuesto portero con americana y pajarita que da la bienvenida a los futuros clientes y les informa de que son los siguientes. (Herrengasse 14; de lunes a sábado de las 7.30 de la mañana a las 10 de la noche; domingos de las 10 de la mañana a las 10 de la noche; página web)

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Si estas cafeterías te dan aun más ganas de viajar en el tiempo, acércate al Palacio de Schönbrunn, la residencia de verano de los Habsburgo. Tanto si lo recorres de día como si acudes a un concierto de música clásica por la noche, te harás una idea de cómo era la Viena Imperial en su máxima expresión.

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