¿Nos acompañas a descubrir a Van Gogh a través de sus mejores cuadros?
Vincent van Gogh (1853-1890) fue un genio incomprendido. Como buen artista, tuvo una vida tumultuosa marcada por enfermedades mentales, en la que únicamente consiguió vender un cuadro. Solo después de su muerte se reconoció la gran fuerza expresiva de su extensa obra, con más de 900 cuadros pintados en un lapso de 10 años. Tanto fue así que el pintor holandés, pionero del expresionismo, es considerado a día de hoy una de las figuras más trascendentales de la historia del arte. La mayor colección de sus obras se encuentra en su país natal, Holanda, especialmente en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, aunque también hay muestras su arte repartidas por París, Londres, Nueva York… A continuación te traemos ocho de sus cuadros más emblemáticos.
1. Los girasoles, 1888
Este óleo es uno de los cuadros más representativos de Van Gogh. No en vano lo habrás visto reproducido en infinidad de soportes: láminas, pósters, artículos de papelería… Los girasoles, pertenecientes a una serie de cuadros sobre el mismo tema, surgieron después de que el pintor recogiera estas flores de un campo de Provenza y las pintara mientras se marchitaban. Dicen que este tono amarillo tan característico de los pétalos lo consiguió tras sufrir alucinaciones visuales, provocadas por el café. ¡Y es que Van Gogh era un verdadero adicto a la cafeína!
Dónde: Galería Nacional de Londres
2. La noche estrellada, 1889
Si has estudiado Historia del Arte, seguro que has trabajado La noche estrellada de Van Gogh por ser un icono del estilo postimpresionista. En él se representa la vista nocturna desde la ventana del sanatorio donde se encontraba el artista en la última etapa de su vida, en la localidad francesa de Saint-Rémy-de-Provence. Con todo, Van Gogh pintó el cuadro de memoria durante el día. Lo utilizó también para canalizar su estado mental después de uno de sus ataques de esquizofrenia, poco más de un año antes de que se suicidara.
Dónde: MoMa de Nueva York
3. La habitación de Arlés, 1888
Durante la temporada que Van Gogh pasó en la ciudad de Arlés, se hospedó en la habitación que pintó en este cuadro. Con él, el artista quería representar la sencillez y la tranquilidad de su dormitorio a través de una paleta de colores pálidos, que a la vez son un homenaje a la sobriedad de Japón. Se dice que, por su epilepsia, veía los colores distorsionados, lo que explicaría la abundancia de amarillos y verdes de esta obra. También cuentan que Van Gogh pintó La habitación de Arlés bajo la influencia de una planta llamada digitalis purpurea que le ayudaba a mantener el pulso.
Dónde: Museo Van Gogh de Ámsterdam
4. Terraza de café por la noche, 1988
Otro óleo pintado durante su estancia en Arlés fue Terraza de café por la noche, en el que Van Gogh hizo su interpretación de la cafetería de la place du Forum llamada La Terrasse, que posteriormente pasaría a llamarse Café Van Gogh. Vemos que en el cuadro predominan los colores cálidos (símbolo del optimismo del pintor al haber llegado al sur de Francia en busca de calma e inspiración) en contraste con las casas en la sombra y el cielo estrellado del fondo.
Dónde: Museo Kröller-Müller
5. Autorretrato con sombrero de paja, 1887
Van Gogh pintó más de 30 autorretratos, entre los que se encuentra Autorretrato con sombrero de paja, de tonalidades marcadamente amarillas y una luz propia del impresionismo. Este autorretrato fue creado en un momento en el que Van Gogh se sentía abrumado en París. Sumido al alcohol en una ciudad frenética como la capital francesa, necesitaba escapar a un lugar tranquilo (que sería Arlés, gracias a la influencia de Gauguin), de aquí que se presente a él mismo con un sombrero de paja y una mirada que transmite el agobio al que quiere poner fin.
Dónde: Instituto de Artes de Detroit
6. Los comedores de patatas, 1885
Como el mismo pintor explicó muy bien en una carta a su hermano Théo, en este cuadro pintado en la localidad holandesa de Nuenen Vincent Van Gogh quiso plasmar unos campesinos verdaderos comiendo las patatas que ellos mismos habían cultivado con sus propias manos, transmitiendo con honestidad la dura vida en el campo. Así, en el cuadro observamos a un grupo de cinco humildes campesinos en la penumbra, a punto de cenar.
Dónde: Museo Van Gogh de Ámsterdam
7. La silla de Van Gogh, 1888
La silla de Van Gogh va de la mano de La silla de Gauguin. Ambas fueron creaciones de el loco del pelo rojo durante su estancia en la Casa Amarilla de Arlés, donde se encontraba junto a su compañero Paul Gauguin. Fue tras una discusión con él cuando Van Gogh se cortó el lóbulo de la oreja y Gauguin regresó a París. Entonces el holandés decidió representar las diferencias entre ambos pintando las dos sillas: en la suya, Vincent, con una sencilla silla de paja con una pipa y un rollo de tabaco encima, plasma a través de fuertes pinceladas y tonos amarillos y azules la tristeza que sentía en aquel momento.
Dónde: Galería Nacional de Londres
8. La siesta, 1890
Inspirado en La meridienne de Millet, Van Gogh pintó este cuadro en el sanatorio de Saint-Rémy. En una época en la que no disponía de temas propios, hizo una reinterpretación de la obra de Millet, reinventando una escena de descanso en el campo con sus colores y pinceladas tan característicos, pero permaneciendo fiel a la composición original.
Dónde: Museo d’Orsay de París
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